Palabras clave:
Drogas, cerebro, adcciones
Resumen:
Hasta
hace unas décadas la drogadicción se consideraba un problema moral y de falta
de voluntad. Hoy se reconoce como una enfermedad y se sabe cómo tratarla.
Abstract:
Until a few decades ago was considered UN Drug
addiction moral problem and lack of will. Today it is recognized as an illness
and know how to treat it .
I. Introducción
Casi todos conocemos algún
caso de adicción: amigos, familiares o compañeros adictos al alcohol, al
tabaco, a medicamentos legales o a drogas ilícitas. El objeto de la adicción
puede variar, pero la respuesta conductual es similar, ya que todas estas adicciones
provocan la misma reacción en la química del cerebro. Este descubrimiento ha
alterado la forma de considerar, prevenir y remediar las adicciones.
II. Nueva perspectiva
Cuando la ciencia comenzó
a estudiar la conducta adictiva en la década de 1930 se pensaba que las
personas adictas a las drogas y al alcohol tenían una moralidad deficiente y
carecían de fuerza de voluntad. Estas ideas moldearon las respuestas de la sociedad
al abuso de drogas. Se le consideraba un problema moral y no de salud. Así, en
lugar de diseñar acciones preventivas y terapéuticas, se optaba por el castigo
y se etiquetaba negativamente a los adictos. A raíz de importantes
descubrimientos que empezaron en la última década del siglo pasado, se ha ido
transformando nuestra comprensión de las adicciones y la imagen del adicto. En
entrevista con ¿Cómo ves? la
doctora María Elena Medina Mora Icaza, directora del Instituto Nacional de
Psiquiatría "Ramón de la Fuente Muñiz" (INPRF), narra lo que propició
este cambio de visión. La investigadora mexicana-estadounidense Nora Volkow,
quien estudió medicina en la UNAM y es hoy directora del Instituto Nacional
sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés),
observó en imágenes cerebrales la influencia de las drogas sobre diversas zonas
del cerebro y encontró la causa física de la dependencia de sustancias como la
cocaína y los opioides. "Esto nos llevó a entender por qué los pacientes,
aunque quisieran, no podían dejar las sustancias por sí solos, sino que
realmente necesitaban tratamiento", señala la doctora Medina Mora,
agregando que éste fue un indicio importante de que las adicciones tenían todas
las características de una enfermedad. La adicción se considera hoy una
enfermedad del cerebro porque las drogas modifican la química, la estructura y
el funcionamiento de ese órgano.
III. Enfermedad crónica
"La adicción es una enfermedad que progresa por etapas",
puntualiza en entrevista el doctor Rubén Baler, científico de la salud de la
Oficina de Políticas Científicas del NIDA. Baler explica que en la primera
etapa las personas utilizan sustancias para alcanzar la euforia que brindan,
pero este consumo de drogas se convierte muy rápido en enfermedad en quienes las
utilizan en forma crónica. El cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y
aparecen los primeros signos de dependencia. He aquí algunos signos que
sugieren adicción: consumir la droga de manera regular, imposibilidad de
dejarla, gastar en droga más de lo que se tiene, extralimitarse para obtener
droga (incluso robar) y sentir que se necesita la droga para funcionar
cotidianamente.
Cuando se abusa de las drogas se alteran algunas zonas del cerebro
como el tallo cerebral, que controla el ritmo cardiaco, la respiración y el
sueño; la corteza cerebral, que procesa la información sensorial y nos permite
pensar, planear, resolver problemas y tomar decisiones, y el sistema límbico,
donde se aloja el llamado circuito de recompensa del cerebro. Dicho sistema
motiva al individuo a repetir conductas necesarias para la supervivencia y la
reproducción como alimentarse y tener sexo.
Al ingresar en el cerebro las drogas obstaculizan su sistema de
comunicación e interfieren en el proceso normal de intercambio de información
neuronal. Recordemos que las células nerviosas se comunican por medio de
sustancias químicas llamadas neurotransmisores que llevan mensajes entre ellas.
Una neurona libera el neurotransmisor, que cruza un espacio interneuronal,
conocido como sinapsis, y se adhiere a un receptor (una proteína) en otra
neurona. Neurotransmisor y receptor embonan como una llave en una cerradura.
La estructura química de drogas como la mariguana y la heroína es
tan similar a la de un neurotransmisor natural, que los receptores las aceptan
como si fueran el neurotransmisor. Otras drogas, como las anfetaminas y la
cocaína, hacen que se produzca una cantidad excesiva de neurotransmisores
naturales o evitan que el organismo recicle el exceso de estas sustancias. En
consecuencia, el mensaje interneuronal se intensifica, impidiendo una
comunicación adecuada.
La mayoría de las drogas interfieren con la actividad de un
neurotransmisor llamado dopamina, que desempeña un papel fundamental en las
sensaciones de placer. "El cerebro está condicionado a repetir conductas
que permiten la supervivencia y las drogas actúan produciendo una activación
mucho mayor de la que ocurre en las situaciones naturales de recompensa",
explica la doctora Medina Mora. "El cerebro pierde la capacidad de sentir
placer por las recompensas naturales, pues se acostumbra rápidamente a las
dosis masivas" de dopamina que se producen al consumir una droga, y lo
hace reduciendo su producción natural, o bien disminuyendo la cantidad de
receptores que captan la señal de este neurotransmisor. Así, cuando falta la
droga el cerebro ya no cuenta con dopamina suficiente y la persona deja de
disfrutar cosas naturalmente placenteras, lo que conduce a la apatía y a la
depresión. "Cuando el cerebro comienza a adaptarse a altos niveles de
dopamina, el individuo tiene que usar más y más droga para obtener el mismo
efecto", añade Rubén Baler. Es decir, se desarrolla tolerancia a la droga.
En el individuo que ha llegado a esta etapa, la falta de droga provoca el
llamado síndrome de abstinencia, con síntomas como ansiedad, irritabilidad,
náuseas, insomnio, episodios de sudoración, temblores y psicosis, y puede
llevar a la muerte.
Ciertas investigaciones muestran que la tolerancia a las drogas
puede generar cambios muy profundos en las neuronas y en los circuitos
cerebrales, con efectos que pueden ser graves. Por ejemplo, si el abuso de
drogas altera la concentración óptima de un neurotransmisor llamado glutamato,
que participa tanto en el circuito de la recompensa como en la capacidad de aprender,
el cerebro intentará compensar el cambio dañando en ocasiones la función
cognitiva. Igualmente, el abuso de sustancias a largo plazo suele provocar
condicionamiento: ciertos factores ambientales se empiezan a asociar con la
experiencia de la droga y provocan un deseo incontrolable de consumirla.
Este condicionamiento es tan fuerte que la adicción puede resurgir
incluso tras muchos años de abstinencia.
En palabras de Baler: "El cuerpo es uno, y lo que vemos como
dependencia psicológica es una manifestación de los cambios en el cerebro, que
intenta adaptarse y manejar niveles anormales de neurotransmisores". El
consumo crónico de drogas deteriora el autocontrol y la capacidad de tomar
decisiones adecuadas. Según Baler estas adaptaciones del cerebro a las
sustancias llevan al ansia incontrolable de utilizarlas aunque el individuo
sepa que tienen consecuencias catastróficas.
IV. Conclusiones
Pero para no llegar a necesitar tratamiento Rubén Baler propone la
prevención universal: "Evitar todo lo que sabemos que es dañino y tratar
de promover y enaltecer lo que sabemos que es positivo". Entre los
factores negativos se encuentran, por ejemplo, los padres adictos, la pobreza
extrema, la mala nutrición, la falta de ejercicio, así como un ambiente que no
sea confiable para los chicos y, desde luego, un entorno de violencia.
"Deben evitarse esas actividades desafiantes, o de franca
delincuencia", pues son factores de muy alto riesgo. Baler añade que no es
cuestión de magia. "Todo lo que promueve un ambiente saludable por fuerza
va a reducir el riesgo absoluto de abuso de sustancias".
Y la doctora Medina Mora agrega que "tenemos que trabajar
para que se deje de vender alcohol a los adolescentes", lo que sucede
incluso en tiendas establecidas que funcionan las 24 horas. También hay que
frenar la disponibilidad de inhalables y de cigarros sueltos. Proteger a los
adolescentes de las drogas es fundamental, "pues toda la evidencia de
salud pública nos habla de un riesgo mayor" en la adolescencia. Al
documentar tanto la investigación que ha realizado la doctora Nora Volkow como
la que ha financiado el Instituto Nacional de Psiquiatría se encontraron todos
los elementos que definen la adicción como una enfermedad tratable. Ahora la
política pública debe reunir esta evidencia científica, compartirla con la
población y convertirla en una convicción social.
V. Referencias
El cerebro adicto. Veronica Guerrero. Cómo ves?
Reflexión
¿Por qué elegiste este tema?
Porque en temas científicos, las adicciones deben tratarse.
¿De dónde empezaste para empezar a escribir?
Del estudio de la epistemología de adicciones.